Algas marinas en Tasmania
La ´alguicultura` es un recurso alimentario en auge. Las algas son una fuente de nutrientes con una demanda cada vez mayor y Tasmania se posiciona en el mercado gracias a un plan gubernamental.
José Manuel Iglesias, WGI Secretary-General.
Los vegetales procedentes del mar tienen cada vez más adeptos. Ya no sólo se buscan y recolectan: por todo el mundo surgen empresas que cultivan, cosechan, procesan y comercializan algas.
Secularmente, las algas han tenido gran aceptación en las cocinas asiáticas, pero en las últimas dos décadas esta industria ha experimentado un incremento espectacular al ser cada vez más habituales en restaurantes de todo el orbe. El cultivo de algas prospera gracias a que cada vez hay más público las acepta y requiere, a que se han mejorado mucho las tecnologías de acuicultura vegetal –abaratando los costes– y a que son un recurso sostenible que puede desarrollarse con impacto ambiental controlado.
Además de formar parte de numerosas recetas milenarias tradicionales o de estar en la lista de ingredientes usados en la cocina de vanguardia, las algas son un enorme aporte de vitaminas y minerales, y tienen la ventaja de su versatilidad para ser comercializadas frescas, congeladas, deshidratadas (secas), saladas o envasadas.
Como consecuencia del consumo creciente de algas, en Tasmania (Australia) está despuntando y creando un entramado empresarial responsable y exitoso, basando la actividad en las condiciones naturales de sus aguas, idóneas para la alguicultura. Cuentan asimismo con temperaturas adecuadas y las algas crecen y proliferan en sus aguas frías, obteniendo una mayor biomasa y variedad.
El Gobierno del Estado insular de Tasmania lo sabe, y desde hace tiempo promueve un Plan técnico para ayudar a explotar un recurso tan potente. Para impulsar el negocio de las algas el plan cuenta con una Planta Marina de Procesado cuenta ya con casi un centenar de licencias.
El beneficio que se obtiene de una hectárea de cultivo de algas es seis veces mayor que el conseguido en agricultura tradicional.
El cultivo y comercialización de algas colabora a dinamizar la economía local y a generar empleos, algo que, por ejemplo, saben bien en Kai Ho 'Oceans Treasure` –también conocida por la marca Sea Vegetables Tasmania–, compañía puntera en el sector, que colabora con en esta aventura con el biólogo James Ashmore (Ashmore Foods Tasmania), un importante empresario australiano dedicado a los productos del mar.
Aunque tienen un buen catálogo que incluye entre otras el ´Kombu` o la ´Lechuga Roja`, el producto estrella de Kai Ho es el popular ´Wakame` (Undaria pinnatifida), seguramente el alga más consumida en todo el mundo y que es un ingrediente esencial en numerosas recetas, más allá de la famosa «Sopa de Miso». Los especialistas de Kai Ho también cosechan ´Mekabu`, que es el brote en flor de la misma alga. El Wakame o es un producto autóctono en Tasmania, a donde se cree que llegó con los lastres de los barcos comerciales que desde Asia recalaban en Australia.
Detrás del alga Wakame tasmaniana de Kai Ho también está la compañía australiana de biotecnología Marinova. Empezaron a investigar este alga marina por su alto contenido en ´Fucoidan``, unas complejas moléculas de azúcar que se piensa que son parte y causa de la longevidad de los habitantes de Okinawa (Japón), en donde es muy significativo el número de personas centenarias y el Wakame fresco forma parte de su dieta habitual.
Los chefs más creativos de Hobart, la capital de Tasmania, no son ajenos a la inclusión de las algas entre los productos locales y las investigan culinariamente en una ciudad altamente reconocida por la calidad e innovación que exhiben sus restaurantes.
Y el fenómeno también ha llegado al turismo, existiendo paseos subacuáticos por los jardines de algas en el South Bruny National Park en Bruny Island.
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