Bután, Turismo Exclusivo en un País 100% Orgánico y 100% Fascinante
Un país más adecuado para ´viajeros` que para ´turistas`. Bután es un destino inusual fuera de los circuitos convencionales, que se abre al mundo pero poco a poco, a su ritmo, algo que se agradece cuando lo que se busca es experimentar algo diferente.
Rosa Santofimia, Deputy Director of the General Secretariat Office WGI
El Reino de Bután se encuentra en la Cordillera del Himalaya. Rodeado por dos grandes potencias, China e India, sin embargo y a pesar de ello, Bután mantiene su propia cultura y costumbres. Es un país pequeño y con baja densidad de población, algo que suma encanto al viaje cuando se recorre el país.
El viaje a Bután comienza con los preparativos del visado. Los operadores turísticos con licencia de Bután gestionarán este trámite con una fotocopia del pasaporte y el pago de las tasas (40$). Excepto los ciudadanos de India, Bangladesh y Maldivas.
El Gobierno de Bután establece un gasto mínimo por persona y noche que incluye alojamiento en hoteles de categoría estándar, todas las comidas, guía profesional, traslados, equipo de campamento para excursiones de trekking, así como un impuesto (Sustainable Development Fee-SDF). La cantidad varía en función de la temporada y número de personas que viajan juntas y está entre 200 – 290 $
En la ciudad de Paro se encuentra el único aeropuerto internacional de Bután. Sorprende su pequeño tamaño y su situación, rodeado de montañas de más de 4.000 m. Solo expertos pilotos de las dos compañías butanesas operan en este aeropuerto con vuelos desde Bangladesh, Nepal, India, Singapore y Thailand.
El idioma nacional es Dzongkha que significa literalmente el idioma hablado en los Dzongs, fortalezas masivas que sirven como centros administrativos y monasterios. En las ciudades la gran mayoría de las personas hablan inglés e incluso en pequeñas poblaciones, sobre todo los más jóvenes, ya que la educación además de ser gratuita es en inglés.
Cualquier programa incluirá visitas a las ciudades más importantes que son Paro, Thimphu (la capital), Punakha y hacia el este del país, Bhumthang, Trongsa.
En Bután se puede realizar el viaje a ritmo de cada uno y con el enfoque que a cada cual le interesa. Actividades de aventura, como rafting por sus caudalosos ríos; trekking por sus montañas y valles, un valle que no hay que perderse es el Valley de Gangtey a más de 3.000 m de altitud.
Una de las características más emblemáticas de Bután es su gastronomía, que no varía demasiado para los butaneses campesinos o capitalinos, ya que las tradiciones están muy arraigadas en una sociedad muy homogénea y tradicional. Con la apertura comedida que el país ha tenido en la última década, buscando la riqueza y divisas que aporta esta actividad, a día de hoy la oferta hotelera y culinaria para los turistas extranjeros es bastante completa y siempre satisfactoria.
En la cocina de Bután nunca faltan los fuertes sabores y aromas del intenso ajo, del penetrante jengibre o de la sutil cebolla, pero lo que permanece como sempiterno es el picante del chile, presente en la gran mayoría de las recetas, como ocurre en muchos de los países asiáticos y tropicales. El gusto por el picante es proverbial y forma parte de la propia esencia cultural colectiva, de su acervo, siendo algo más que un hábito y constituyendo una forma de ser, un patrimonio nacional que define a los butaneses perse.
Los chiles se presentan frescos en color verde secos, ya en color rojo. En Bután gustan de cortarlos a lo largo y cocinarlos con Datshi (Queso) y abundante mantequilla, que puede ser de vaca o de yak. El turista no tendrá problemas con el nivel de picante en los restaurantes más turísticos y hoteles, ya que son conscientes de que la tolerancia con el ´hot` y el ´spicy` de los occidentales no suele ser muy alta, y se adaptan a estas premisas, algo que no ocurre en otros destinos turísticos.
Es posible que algún ávido connoisseur decida probar los chiles más picantes, y quizás se sienta tentado a beber ansiosamente de una Chang (cerveza elaborada con cereales). El alivio sólo será inmediato, pero no duradero, más bien al contrario, puede que la sensación de picante se acreciente. En caso de emergencia por ´spicy` lo más adecuado es buscar un yogur, alimento que sí reduce ostensiblemente el ardor.
El Arroz Rojo
La comida generalmente se sirve con una guarnición de arroz, ingrediente básico en la dieta local, que puede ser Blanco -Ha chum- o Rojo / Rosado -Eue chum-, aunque también es posible encontrar ´contornos` de Trigo de la variedad Sarraceno o Maíz.
El Arroz Rojo de Bután merece por sí mismo una escapada a Bután para los más foodies. Tiene una larga historia ya que se cultiva en la región de forma autóctona y exclusiva desde hace milenios. Es uno de los arroces más singulares y apreciados del mundo. Los arrozales están situados a gran altura y se riegan gracias a las aguas glaciares, riquísimas en minerales. Se puede encontrar en Wangdi , Paro, Punakha así como en los valles del norte del país, los valles del norte, cerca ya de la frontera con China. El cultivo del Arroz Rojo se sigue realizando de forma completamente sostenible, manual y artesanal, algo sorprendente en un mundo cada vez más industrial y tecnológico. El arroz está completamente libre de pesticidas y abonos químicos.
El Gobierno de Bhutan, encabezado por el Rey, mantiene una estricta normativa para cuidar que este ´tesoro nacional` no se desvirtué y también tienen rigurosas leyes para la exportación de su grano más apreciado.
Organolépticamente es un producto aromático con una textura distintiva y al cocinarse modera su color y se gira hacia los rosados.
El recetario tradicional
La cocina local está muy marcada por el entorno y los recursos naturales disponibles, teniendo una rica despensa que incluye numerosos vegetales, carnes variadas que incluyen al Yak y pescados de agua dulce, ya que Bután no tiene salida al mar.
Entre las recetas más populares figura el Ema Datshi, verdadero plato nacional que se consume por doquier y sus ingredientes principales son Ema (Chile) y Datsi (Queso). La receta tiene diversas variaciones entre las que destacan Kewa Datsi (Patata y Queso) o Shamu Datsi (Champiñones y Queso). Por supuesto, no falta el Chili para aportar el picante tan acendrado en el paladar butanés.
Otra de las elaboraciones más extendidas es más una costumbre que una receta. El Suja o Té con Mantequilla es la bebida butanesa por excelencia, al igual que ocurre en toda la Cordillera del Himalaya. Lo primero que puede sorprender al paladar poco acostumbrado a estas latitudes será el sabor salado y la textura grasa, pero pasado el primer trago, el reconstituyente, energético y proteínico Suja seguramente cautivará al viajero, que acostumbrando sus papilas gustativas y haciendo un ´reset` con lo ya conocido, podrá empezar a disfrutar conscientemente de una bebida preparada con hojas de té u otras hierbas de montaña, batido con mantequilla y sal.
Costumbres y convenciones sociales
Sin rendirse a las tendencias internacionales, los butaneses siguen comiendo en sus habituales, inmutables y terrenales cuencos de madera. Unos sencillos pero bellísimos recipientes que se puede asegurar personalizan la forma de ser y sentir colectiva. Además de en los hogares, es posible ir encontrando estos cuencos en restaurantes populares e incluso en algunos de los restaurantes enfocados al turismo, aquellos que han sido hábiles en identificar que al viajero le agrada el contacto con la cultura local, de hecho, es la mayor motivación en muchos de los casos.
El modelo más representativo y utilizado en el Reino para comer, es hacerlo con las manos, recogiendo una porción de arroz –y lo que se acompañe- con los dedos. El tocar la comida, sentir su temperatura y textura es algo que se ha perdido en muchos lugares y la experiencia para los más acostumbrados a cubiertos o palillos, supondrá un agradable desconcierto más en su viaje por Bután.
Buena atención a los turistas
El entramado turístico es emergente y mejora en cada visita. Tanto que es recomendable visitar Bután cuanto antes, conociendo un país en vías de modernización con sus carencias pero también con lo fascinante que es vivir el momento actual.
Los butaneses son gente amable y simpática. El trato es cómodo y amable, aunque a veces tenga que ser por señas por las dificultades idiomáticas. El viajero que recuerde que una sonrisa casi siempre se devuelve con otra, no tendrá problema alguno en Bután.
Entre los hoteles que recomiendan las guías están los hoteles 5 estrellas Uma Como en Paro y Punakha, Hotel Le Meridiem en Thimphu y Paro. Llama la atención su fabulosa situación en el entorno natural. Pasando por hoteles estándar con decoración típica butanesa hasta, para los más interesados en acercarse a su cultura, alojarse en una granja local gestionada por una familia butanesa.
En los restaurantes que se pueden definir como ´internacionales` para diferenciarlos de los locales, suelen tener una amplia oferta de cocina butanesa con platos indios tibetanos o chinos, así como concesiones a la llamada cocina continental, o de ascendencia europea. En los hoteles es frecuente encontrar un buffet de desayuno y cenas, que cumplen con las expectativas de los más exigentes, incluyendo el uso de tenedores.
Algunos de los restaurantes que el turista gastronómico no debe perderse –sin menoscabo de conocer los más populares- son las cenas de corte gastronómico del Bukhari (Bujari- Uma Paro Hotel) en el valle de Paro, con productos de cercanía y elaboraciones de alta cocina; otro restaurante indispensable es el que está dentro del Folk Heritage Museum (Thimphu), en el que se puede disfrutar de menús típicos de la zona en un peculiar patio con árboles frutales creando un ambiente de lo más especial. El restaurante es algo más que un negocio de hostelería, fue ideado para difundir la cultura gastronómica nacional. La comida y el entorno se completan con una parafernalia asiática de mesas bajas y servicio de menaje de madera. En el largo menú de sesenta platos vegetarianos y más de cien de carnes, se pueden probar los ´Khuli`, unas tortitas de trigo sarraceno o ´Kekti kewa`consistente en patatas especiadas.
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